miércoles, 21 de noviembre de 2012

Por si hubiera carteros en el cielo...


Por si hubiera carteros ahí en el cielo, quiero escribirte esta carta, hermana. Se acerca una nueva Navidad sin ti y, aunque rara vez la pasábamos juntas estos últimos años, la ausencia, tu ausencia, es más que evidente y añorada.

Recuerdo un año en que nos juntamos todos, todos, ya sin papá y mamá. El “amigo invisible”… Una Navidad perfecta en la que podía disponer de lo suficiente para regalar cositas a todo el mundo, para pasar la noche en el hotel y bajar tempranito por la mañana a “nuestros desayunos”. Siempre estará en mi recuerdo, porque así es como a mí me gustan las navidades.

Hay fotos de esa noche. Y ¿sabes?, me hubiera gustado tener otra similar de la boda de Patricia, y sin embargo no existe… Nos parecíamos en nuestro horror por las fotos, ni a ti ni a mí nos gustaban y huíamos como dos posesas de las cámaras. Hoy lo lamento, quisiera una nuestra, las dos juntas. Y no existe.

Esta además será mi primera Navidad jubilada… Jubilosas jubiladas íbamos a ser, juntas. Y me has dejado sola y jubilada a secas. Íbamos a disfrutar al máximo nuestra libertad –bien ganada, por cierto- y teníamos el resto de la vida por delante, montones de páginas en blanco de nuestro libro por rellenar de vivencias.

Los últimos acontecimientos de mi familia, me han dejado el ánimo por los suelos y no sabes cuánto he llorado. Impotencia es la causa. Saber que no puedo solucionar los problemas que surgen, me agota física y mentalmente. Mi problema es siempre el mismo, lo que cambia es el escenario. El causante se mueve por su cuenta y ha tocado teclas de un piano que yo no hubiera permitido de saberlo. Por eso he llorado y he pasado noches en vela. Cuarenta años cumplirá, y no sé si es él solito, o está acompañado en esta locura que suponen sus decisiones, y tú sabes que siempre existe en mí la sombra de la duda.

Mis hijos son mi vida, como los tuyos fueron la tuya junto con Manolo. Mario tiene defectos, claro que sí, pero sus virtudes son las que me calientan permanentemente el corazón. Le tengo menos de lo que me gustaría, por una cuestión de horarios, pero sabe darme “la chispa de la vida” como si fuera una cocacola. A veces, también me exaspera pero siempre acaba compensando la balanza en un equilibrio perfecto. Y el otro tiende a desaparecer hasta que necesita algo y me duele. Me duele tanto… Se aísla y me aísla, haciéndome sentir como algo de lo que se esconde. ¿Por qué?

A lo largo de estos años que lleva casado, se ha ido descolgando de mi mundo para integrarse, quizá, en otro mundo que no comprendo porque no se parece en nada a lo que hemos sido y somos en la actualidad. Yo no crié a mis hijos en esos principios, quise que sintieran y aprendieran determinados valores, y hoy, veo que gran parte de lo inculcado se ha diluido y se ha transformado en lo que sospechaba… de la incontinencia verbal de su acompañante. Del rencor, ¿la envidia?, aparentar, oropel, coches, casas… Casarse, hacerlo a lo grande, mejor que cuantos lo hicieron antes que ellos. Y ahí empiezan los problemas. Que no se terminan de solucionar jamás, porque se van engordando con la mayor falta de previsión que nadie pueda imaginar. Mentir, mentir siempre. ¿Cómo no voy a sentirme fatal por todo ello?

martes, 6 de noviembre de 2012

Las luces y las sombras...


Las luces y las sombras…

Nadie con dos dedos de frente aceptaría el argumento que plantean las “Cincuenta sombras de Grey”.

Y tiene éxito…

Trilogía (descendente en calidad) superventas dirigida ¿A quién? ¿Erotismo para mamás? ¿Qué mamás? Por dios, que estos americanos son la leche.

Nadie, y digo nadie, puede mantener el ritmo que plantea la narración y sobrevivir. No hay un solo momento en que no estén a la faena los protagonistas. Al tiempo experimentando con elementos ajenos, y siempre alcanzando dos o tres mil orgasmos cada vez… No puedo creerlo y Vds. no deberían. Son seiscientas páginas + cada libro, que se leen fácil y rápidamente y poco o nada aportan en cuanto a contenido, excepto los superdotados protagonistas y alguna que otra sorpresa que alimenta la trama, tan escuálida.

Esto es como las pelis porno, en las que durante una hora larga, la gente no para ni un instante (en la pantalla, naturalmente), y claro, el tiempo de rodaje no se cuenta. Pero en la imaginación de esta señora que escribe, todo sucede en menos de tres meses… y de verdad, es imposible la supervivencia.

El ser humano está concebido como una máquina perfecta, pero las máquinas se estropean, fallan en algún momento, y requieren reparaciones.

Los protagonistas de esta historia de sombras, deben andar más pelados que el culo de un mono con erisipela, siento ser tan cruda y directa, pero es que los años me desbordan por todos los lados y, por tanto, la experiencia me dice que no me cuenten cuentos.

Y la señorita en cuestión va, y es virgen la tía. Más a mi favor. ¿Recuerdan su primera vez, señoras? Yo sí, y les aseguro que no fue ni parecida a lo que ahí se cuenta, y si yo fuera joven, empezaría a pensar que algo falla en mi cuerpo saleroso, tampoco tengo diosas bailarinas dentro (licencia que se le permite a la autora, aunque es un poco pesadita con la diosa que lleva dentro), y me traumatizaría todita, de por vida. ¡¡Qué desastreeeeee!!

Háganme caso, lean a Murakami, y no gasten tiempo ni dinero en engordar las arcas de los listillos/as que habitan el universo. Un poco guarrillo el texto y un marketing adecuado, elevan a best seller una obra mediocre y poco creíble. Nada anda mal en sus cuerpecillos serranos, muy señoras mías. De la autora de las sombras ignoro el estado de su cuerpo, pero el de su mente… ha sufrido un sobrecalentamiento global de neuronas y andan derritiéndose por las esquinas.

Lo sepan.

 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Casas sin alma...


Me recluí voluntariamente en casa desde el 1 de marzo pasado, apenas paseando por el Escorial, de vez en cuando. A mi casa le falta alma, porque no la siento mía, ni me siento capaz de cambiar cosas, ni tengo dinero para renovar cosas. No puedo soportar ver lo mismo cada día desde hace tantos años…

Mi ánimo bajo mínimos ha ido creando un cercado alrededor, convirtiéndome prácticamente en un borreguillo, sin pastar. Todo cuanto sucede fuera del recinto es un telediario, te cuentan las cosas y las vas asimilando –o no- en función de lo mucho o poco que te afecte.

Pasó el verano agobiante y caluroso, un pequeño  viaje a la casa que mis padres modificaron para darnos cabida a todos, de la que ella fue el alma mientras vivió, pasándole el testigo a mi hermana que, cambió toda su vida por el bienestar de mi padre trasladándose allí. Papá murió unos años después. Mi padre y mi madre nos convirtieron en huérfanas, y juntas, les hemos echado de menos cada día de nuestras vidas. Pero nunca pensamos que había posibilidades variadas, que la vida nos reservaba una sorpresa tras otra y que, de la noche a la mañana, me convertí en mucho más que huérfana: Merche muere.  Inesperadamente. Sin aviso previo. Y la convulsión es tan grande que no termino de levantar cabeza.

Manolo estaba muy enfermo, podía ocurrir en cualquier momento, pero indudablemente la desaparición de Merche aceleró el proceso, y un par de meses después se marchó en su busca, porque no quería vivir más sin ella.

Y volver a esa casa, ha sido una prueba muy dura para todos, pero especialmente para mí que no he sabido vivir allí un solo día sin buscarla.

Ha sido un “veraneo” extraño del que he salido “tocada y hundida”.

Entre aquellas paredes me han faltado todos ellos.

Pero –sobre todo-  su alma. El alma de mi hermana que era el eje sobre el que todas girábamos. No estará nunca más y me cuesta seguir adelante con esa certeza. Y dicen, que el tiempo lo cura todo…

No es cierto.

El tiempo no tiene nada que ver. Se cura uno sólo, si puede. Y no puedo curarme a pesar de intentarlo con toda mi alma.

Vivimos una situación general en el país que va sumando desastres al día a día. Y mi vida se complica y mi futuro más cercano pinta oscuro. Y no recupero fuerzas ni ganas para luchar más, aunque nadie me comprenda.

Tengo que estar dos meses en la oficina. Sin contenido, sin una ubicación concreta, sin ser otra cosa que un mueble sobrante que no puede encajarse en ningún sitio. Mi yo interior, me dice que éste es el pago que recibe el trabajador del empresario… Veintitantos años no cuentan para nada, lo que haya sucedido durante ese tiempo, tampoco. Lo que cuenta es que eres incómoda, y como no pueden mandarte a casa, te buscan las tareas más absurdas y ni siquiera el primer o segundo día. Dos días sin espacio propio de 7:45 a 15:30, que me dejan baldada y dolorida, una fiesta intermedia para recuperarme, y un viernes agotador, aburrido, desesperante. Antesala de un fin de semana que promete más de lo mismo en distinto escenario.

Alf y su mujer en el paro. Mario trabajando en un sitio donde tardan en pagar… y ¿cuál es la solución? Tirar de mamá para todo. Y no puedo más.

NO PUEDO MÁS.

¿Vale?

domingo, 26 de agosto de 2012

Un año sin tí


Un año entero.

Un siglo eterno.

Un instante para que la vida te dé un trastazo tan inmenso, que aún estoy conmocionada y no termino de creerlo ni entenderlo. Un verano sin ti es suficiente para comprender qué difíciles son todas las cosas que tú hacías sencillas, que el motor se ha gripado y no puede cambiarse por uno nuevo, de manera que habrá que llevarlo al desguace e intentar hacer el camino de otra forma.

Papá y mamá nos faltaron a las dos juntas y, juntas remontamos muchas cosas que hoy no tengo ni fuerzas ni ganas de enfrentarlas sola. Mi hermana, mi amiga, mi confidente, mi cómplice… ¡¡Qué vacío tan inmenso!!

La vida sigue, pero sin ti se ha vuelto una cuesta arriba imparable. La tristeza está instalada en lo más hondo y no hay manera de sacarla y arrojarla lo más lejos posible.

He querido creer en un más allá, te he llamado, te he sentado junto a mí en los coches… Y no creo en nada que me permita el consuelo. ¿Dónde estás? ¿Por qué no me escuchas? ¿Por qué no te veo? El camino –insisto- es muy cansado y muy cuesta arriba. Añoro nuestras conversaciones telefónicas, esas en las que empleábamos más de una hora con lo poquito que te gustaba el telefonito. Pero nos decíamos todo lo que necesitábamos y descargábamos una en la otra. A partir de ese momento, el día discurría de una forma diferente, más animado. Nos entendíamos hasta sin palabras, nena, sólo con mirarnos cuando estábamos juntas. Y me has dejado sola.

Hace mucho que no escribo en este blog, pero hoy tenía que hacerlo.

Es mi forma eterna de sacar lo que me inquieta, lo que me duele. Escribir largo y tendido, desnudar mi alma en negritas. Con el tiempo he aprendido a hablar, pero esto sigue siendo un escape y una forma de gritar al viento.

viernes, 17 de febrero de 2012

Voces que calientan el corazoncito fatigado...

El largo camino recorrido me mantiene en un estado de “me la pela todo”, que empieza a ser preocupante. Estos días he tenido miedo. Un miedo sordo que me ha hecho rebobinar el año 2011 enterito.
Ayer fue un día muy largo, muy extraño desde el amanecer. La espera para salir, la espera para ser recibida… La sensación de estar sola sin estarlo: Pepinillo me acompaña, Mario conduce, Alfi llegará desde Madrid. Y mi soledad no puede paliarse con un tío conectado por las dos orejas a la Cope. Cuando le hablo no me oye, cuando me habla grita y retumba la sala de espera…
Desde aquí se irá al AVE que le llevará a Valencia, y no puede perderse el programita de cada mañana…
Salgo a fumar, porque si me quedo sentada junto al “conectado” le canto dos yoyas.
Cada persona que entra en la consulta tarda una hora, se supone que voy la tercera y acaba de entrar la segunda…  Suena mi móvil y la voz suave y reposada de mi pequeño gran Fernando, me inunda de calor. Y mi soledad ya no lo es tanto. Este niño es tan grande por dentro como por fuera, mi Ceditas estaba muy orgullosa de sus retoños y, ahora lo estará más aún.
Si realmente existe un lugar desde el que nos cuidan y protegen, a mi hermana tendrán que agrandarle la “parcela”.
Mi Patu no podía estar ayer conmigo. No la llamé hasta después, porque yo sé que el hecho de pasar por la cercanía de PdH, le produce un impacto emocional enorme. No quise hacerle pasar por semejante trago. Y si no tuviera un rinconcito donde descargar mis Insomnias, nadie se hubiera enterado…
Gracias Fernando.
Tu inservible madrina se sintió ayer muy protegida gracias a ti. Quizá porque los que viven el día a día piensan que todo está dicho, que se sobreentiende, que no hacen falta las palabras. Pero sí que hacen falta, sí. Nunca están de más. Son imprescindibles en determinados momentos. Las palabras expresan los sentimientos, nadie tiene que interpretarnos si sabemos comunicarnos.
Gracias chiquitín. Te quiero. Mucho.

martes, 7 de febrero de 2012

Catarsis...

Febrero avanza inexorable mientras mi cabeza se desordena una vez más.
Mi ánimo es incapaz de levantar el vuelo, mi hermana es un vacío inmenso que no consigo llenar y que cada día me golpea con una fuerza increíble.
Ayer tenían que hacerme una prueba de revisión, mamografía (más de dos años han pasado desde la última). Una vez realizada, siéntese y espere un poquito… Quince minutos más tarde me llaman de nuevo y proceden a realizar ecografía de la zona, durante una hora aproximadamente. Encuentran cosas que analizan y fotografían mientras comentan entre ellas (dos médicos del género femenino a quienes me niego a llamar médicas). ¿Me estoy empezando a asustar?
El miedo es un visitante inesperado, nadie le llama pero aparece y se hace notar.
Cuando salgo me encuentro a mi marido frente a la puerta con los ojos tan abiertos, que parece un Seat 600. ¿Qué ha pasado?
Le cuento mientras recorremos los interminables pasillos de la clínica, intento quitarle hierro al asunto pero quizá no me ha salido bien… También puede ser que estoy cansada de ser una roca en la que todo reposa, y necesito reposar yo.
Así que, digo lo que siento, y la recomendación de la médico: quitar esas cositas.
Hoy es el día siguiente, dos pastillas de orfidal y despierta desde las cinco.
Una mañana improductiva de siete horas y media por delante, continúo esperando una solución a mi jubilación parcial… Quiero que se les caiga la cara de vergüenza, de verme aquí sentada en una mesita minúscula, sin contenido, en un ordenador –que no es el mío- al que el teclado le funciona como el culo. Con mi puesto ocupado por otra persona y mi jefa de los nervios. Sé que les encantaría no verme –a todos- pero intento que me vean y mucho. Aunque sólo sea por joder.
2012, año par, pensaba que 2011 ya había apaleado bastante a esta familia, y ahora no sé qué pensar. Incluso no sé si pensar o pararme. Vaciar el cerebro, cerrar el corazón a cal y canto, y dejarme llevar pase lo que pase.
Catarsis.
Estreno del Blog en este año que se presenta inquietante.
Catarsis.